Al instante que su psicólogo abrió la puerta, Rufus se dirigió directamente al pequeño diván que tenia en la esquina de esa luminosa y moderna oficina que parecía sacada de un catalogo de decoración.
– Hoy no va a haber consulta doc, vengo por pura liberación mental- Le dijo mientras se sentaba bruscamente y se frotaba la cabeza mostrando su desespero.
El ávido psicólogo supo ya lo que carcomía a su paciente pero aun así sabia que lo mejor era dejar que el se desahogase para así poderse abrir y aceptar cualquier consejo.
– Como tu veas Rufus, esta hora es tuya, tu decides que quieres que hagamos en ella- Le dijo con una sonrisa en la cara mientras esperaba que eso relajase al estresado joven el cual no paraba de sentarse y acostarse en el diván.
– A partir de ahora pensaré en voz alta, con lo cual nada va dirigido a usted y menos aún con la intención de que me aconseje, espero que sepa eso doc
– Entiendo, entonces simplemente me pondré a mirar por la ventana y quizás o no escuchar lo que alguien piense en alto
– Estoy harto de este ciclo sin fin en el que he entrado. Lo único que hago es creerme el protagonista de una película de «chico conoce chica» de bajo presupuesto y ponerme a fantasear sobre cómo sería el estar con ella, haciendo que mis sentimientos crezcan y ella se aleje de mi. Estoy cansado de intentarlo mil veces y ver como siempre fallo. De entregar mis sentimientos y que los hagan trizas. Estoy cansado de que siempre muestren interés en mi y cuando yo lo hago en ellas es cuando empiecen a dejarme de lado. No las entiendo, no las soporto. No se que ven mal en mis sentimientos, no se que es tan horrible de que florezcan antes de lo que ellas esperan. Y encima esta ella, que fingió aceptarme para luego destrozarme lenta y dolorosamente. Esa desgraciada no se merece ni mi odio, solo supo engañarme y hacerme daño. No entiendo por qué querría eso, nunca le hice nada malo ni le dije nada insultante, siempre la traté como la mejor y fui fiel a ella. Pero parece ser que no fue suficiente, parece ser que nunca quedó satisfecha. Por eso decidió arruinarme y hacerme más daño del que me habían hecho en mucho tiempo. La odio, odio cada aspecto suyo y la estúpida manera en que la quise. Quiero despojarme de todos estos sentimientos y seguir adelante, olvidarla y no perder la fe en que la siguiente será la adecuada. Ya estoy en un punto en el que tengo miedo de quedarme solo, de no encontrar nunca a nadie que quiera estar a mi lado. No se que hacer, no se que pensar, no se nada… – Rápidamente se giró para evitar que el psicólogo viese como lloraba de desesperación, era algo que no podía permitirse mostrar.
– Bueno Rufus, nuestra hora ya ha acabado con lo que pedirte que te marches pero antes quiero darte un consejo no como tu psicólogo sino como alguien descarado que ha escuchado los pensamientos en alto de un hombre desesperado. Te preocupas demasiado por temas que no deberían ser de importancia para ti. Eres un hombre esplendido que encontrará a la mujer adecuada en el momento adecuado, y todos los fallos que tengas antes de ella serán para evitar perderla. No decaigas, eres mucho más fuerte de lo que crees y mejor que todas esas mujeres que te abandonan sin considerar lo que están dejando atrás. -El psicólogo sintió que Rufus necesitaba algo como eso, unas palabras que le diesen un poco de luz en la oscuridad que se encontraba.
– Gracias doc, de verdad que te lo agradezco. Ya nos vemos en la siguiente sesión.
– Hasta luego Rufus, y recuerda, no decaigas por algo que no merece ni tu atención.